Yo ya lo sabía, lo sabe todo el mundo, pero vivirlo es impresionante.
La historia del dinero en este país es increíble. O mucho peor: creíble.
Uno
está en Estados Unidos y siente claramente, puede sentir físicamente
como el dinero se te derrama a borbotones por los bolsillos,
como se te escurre entre los dedos, como se escapa ante tu impávida
mirada sin que puedas hacer nada por retenerlo.
Ayer
tuve que mirar dos veces un billete de dólar porque me pareció que
George Washington me sacaba la lengua. Efectivamente, me la
sacó. Se rió. Y se fue.
Creo
que en cuanto cruzas la aduana, al pasar por los rayos x gigantes, sin
que te des cuenta te instalan un contador en el cerebro.
Mejor dicho un descontador, porque yo puedo ver perfectamente cuando
cierro los ojos como una especie de marcador con todo mi dinero va
contando en manera descendente. Como el que tenía
Terminator, pero menos sofisticado.
Y
a cada paso que doy el descontador va bajando, y bajando, y bajando. Y
lo peor de todo: puedo escuchar perfectamente el ruidito de
una maquina registradora que hace: “Clin clin, clin clin”…
Agobiante.
No es que todo sea caro, hay de todo. Es difícil de explicar.
¡Es
que te sacan dinero por todo, por todos lados! Cuando ya crees que has
pagado, vienen las tasas, después el suplemento, y luego el
recargo y el plus, la multa, y la donación, la petición… y para rematarlo: la propina.
Y
me estoy sacando un tema que me subleva, que puede conmigo. La propina.
Mis amigos españoles que viven aquí dicen que te acabas
acostumbrando y lo ves normal, pero a mi no me termina de convencer
el argumento.
Para
el que no lo sepa, aquí la propina es prácticamente obligatoria. Creo
que estás “obligado”, (y lo entrecomillo porque no te la
pueden exigir, pero viene en el ticket con su apartado para que lo
rellenes) a dejar un 15% como mínimo de la factura en propina. Y encima
te hacen calcular, que es lo peor. Menos mal que tengo I
phone.
Por
eso los camareros aquí son todos tan amables, porque se están jugando
el sueldo. Y digo el sueldo porque, en su defensa diré que
cobran tan poco que si no es por las propinas no podrían vivir. Pero
ahí está lo jodido del asunto: es el empresario el que te la está
metiendo. Se está forrando, no les paga un duro a sus
trabajadores y hace que su sueldo salga de tu bolsillo. Muy
inteligente. Ahí tienen la base de la economía de este país. Y no tengo
ni puta idea de economía, pero se que en este país te despluman
a cada paso.
Esto
en teoría es para los camareros, pero todo el que puede se sube al
carro. Todo el mundo acepta propinas. El guía turístico, el
vendedor ambulante… todos aceptan propinas sin sonrojarse. Y muchos
de ellos no sólo las aceptan, si no que las quedan directamente. Te las
roban con mucho tacto. Les estoy hablando de los
taxistas.
En
San Francisco el taxi marcaba una noche 18 dólares. Le dí un billete de
20, se lo guardó en la cartera y dijo: “It’s OK”, que para
el que no sepa inglés quiere decir: “Bueno, rácano español de
mierda, me voy a quedar con dos dólares como miserable propina y da las
gracias que es muy tarde y no te saco a patadas del
taxi”
A lo que yo, envalentonado y lleno de ira contesté: “Ahá…” Y me subí a la habitación
Venga un ejemplo simple pero que puede ilustrar con claridad la mentalidad de esta sociedad con respecto al dinero:
Mientras
estaba en mi antiguo pueblo en Kansas con mis antiguos compañeros de
clase, al hijo de un amigo le tocó un gorro muy chulo en
la feria. Me acerqué a él y le dije: “Qué gorro más chulo, ¿me lo
regalas?”
Una pregunta sin maldad. Evidentemente no quería quedarme el gorro del pobre muchacho.
Un niño español me hubiera contestado directamente “¡NO!” y se hubiera ido.
Pero el hijo de mi amigo se paró, me miró y me dijo:
“SI. Por cinco dólares”
Ahí lo tienen. Que nadie se sorprenda si a este país le van bien las cosas. Si no se lo gastaran todo en guerras sería todos
millonarios.
Esa tontería que tenemos muchos de que nos da “cosa” pedir el dinero… aquí no la tienen. Aquí te lo piden sin problema, y por
adelantado. Y los admiro por eso. Si yo fuera así… Me voy a callar.
Si
vienes de vacaciones, mejor será que te resignes, te presignes o te
indignes y sepas que el dinero con el que viniste se te va a
acabar y mucho antes de lo que pensabas. Pero bueno, estás de
vacaciones y una vez es una vez y… bla bla bla bla.
Pero
si te quedas aquí a vivir, si tienes pensamiento de venirte a vivir
aquí, te tienes que poner las pilas para conseguir dinero
como sea porque si no estás muerto, y literalmente. Si no tienes
dinero es este país, no puedes hacer nada, ni siquiera ponerte enfermo.
Eso mucho menos. Y no me voy a poner ahora a hablar de la sanidad aquí porque sería muy largo, pero acabaré con una anécdota
verídica que me contaron el otro día y que lo resume todo:
Un
señor de escasos recursos económicos, carpintero de profesión, sufre la
desgracia de cortarse dos dedos de la mano derecha: índice
y anular. Presto y manteniendo la calma recoge sus dedos, les sopla
para quitarle el serrín y se los lleva corriendo al hospital, sabedor de
que hoy en día el avance de la medicina, hará posible
que vuelva a disfrutar de ellos tras una operación no muy
complicada.
A
su llegada al hospital los médicos le informan de que su seguro médico
sólo cubrirá la operación de un solo dedo. Si quiere que le
coloquen el otro, deberá desembolsar una cantidad de la que
evidentemente, el señor carpintero no dispone.
Por lo que se ve obligado a elegir entre uno de los dos: índice o anular.
No
sé exactamente cual eligió, pero yo hubiera elegido el anular. Siempre
te quedaría el consuelo de mandarlos a tomar por culo cuando
salieras del hospital.
Buenos días. Buenas noches.
P.D. - Y dicho esto, mañana mismo me voy a Las Vegas.
P.D. 2 - From lost, to the river.
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